«Que el sol brille mucho tiempo sobre ti, que el amor te rodee siempre y que la luz que mora en ti guíe tus pasos».
(Bendición irlandesa)
Hoy, 21 de junio, a las 17:54 h. empieza el verano. Viviremos el día más largo y la noche más corta del año en el hemisferio norte. El Solsticio de Verano, que la tradición cristiana incorpora como la noche de San Juan, es un momento especialmente indicado para aprovechar las energías del fuego y de la tierra. Como dicen los sanadores de todas las épocas, es un tiempo para celebrar la luz de la conciencia; nuestra hoguera, nuestro “fuego interior” .
Quemar lo que ya no nos sirve
Tras la energía renovada en primavera, Zuhaizpe se prepara para calibrar la brújula de la intención y dar luz consciente a nuestra Salud. Si queréis, podemos prepararnos juntos para quemar lo que ya no nos sirve y celebrar la llegada a la madurez de nuestros frutos. Para ello, contamos con la sabiduría de nuestros ancestros. ¿Sabéis cómo lo hacían ellos?
Los antiguos construían grandes hogueras para alabar el triunfo de la luz sobre la oscuridad en el individuo. El Solsticio simbolizaba el retorno a la plenitud en la que los hijos y las hijas se unían a la Madre Tierra y al Padre Cielo.
Desde Zuhaizpe, queremos recordaros y recordarnos que la celebración de esta tradición ancestral nos conecta con el poder vital del Sol, esa estrella que nos mantiene y nos nutre. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de brillar tan ardientemente como sea posible.
Nosotros hemos llegado en un tiempo donde nuestra cultura se aisla del universo al que pertenece. Hemos perdido la conexión con la Naturaleza y con el «Kosmos». Los antiguos egipcios, mayas, esenios, druidas o romanos alinearon sus lugares sagrados con el Solsticio para sus ceremonias. En Egipto, por ejemplo, el astro rey, visto desde la Esfinge de Guiza (encarnación del dios del Sol Harmaquis), se situaba exactamente entre dos pirámides, alineándose con el Solsticio de Verano.
Sin Sol no hay Vida
Y así, la luz y el fuego han ido marcando las leyendas y tradiciones en las civilizaciones de todos los tiempos ya que, si algo hay seguro, es que del Sol han dependido siempre, y siguen dependiendo, los productos de la tierra, el ganado y la supervivencia de los pueblos.
La tradición celta oral y escrita, por poner otro ejemplo, hace referencia a la diosa Sunna, quien montada en un carro tirado por dos caballos, señalaba el recorrido que debía seguir el Sol. Las ruedas de su carroza, según la mitología escandinava, estaban envueltas de un fuego purificador que ella enviaba como presente a los campesinos. Éstos encendían grandes hogueras en su honor. De la misma manera, los romanos celebraran el festival Vestalia en las mismas fechas, siguiendo el rito druida, para guardar el fuego que calienta el hogar. Y así, en una civilización tras otra, encontramos referencias al Solsticio de Verano y al elemento de la naturaleza que más brilla en nuestro pequeño cielo.
El Sol nos envía su luz. Y esa luz nos permite ver y pensar con claridad, nos transmite su calor, da calidez a nuestros sentimientos y traslada su energía a nuestro organismo para fortalecerlo y curarlo.
El fuego sagrado
Aplicando sus efectos a la Salud, el Sol se vincula especialmente con lo que Rudolf Steiner denomina el sistema rítmico (corazón), con los procesos circulatorios y con los sentimientos, emociones y afectos. De ahí, que decimos que una persona es cálida o es fría cuando tiene o le falta el Sol o esa «hoguera interior».
En el ayuno, como sabéis los que habéis pasado por Zuhaipze, tanto los baños de Sol como la compañía de una bolsa de agua caliente resultan recursos primordiales para mantener la temperatura corporal y el buen funcionamiento del organismo. Pero más allá de eso, es el calor humano y sobre todo, la voluntad de mantener ese fuego sagrado de los romanos, de manera interna, lo que nos conecta con la Salud y con la Vida. Y es que, tal como dejó escrito Hermann Hesse:
“Allí está todo lo que necesitas, sol y luna y estrellas, pues la luz que reclamas habita en tu interior”.
¡Feliz verano!
Equipo Viviendo Zuhaizpe
Un comentario
Herman Hesse aproximación a la nobleza belleza espiritual del ser