La calabaza suele estar vacía por dentro, pero quizás por eso mismo está llena de inspiración. Esta cucurbitácea de cáscara dura, de color naranja intenso es sin duda la fruta que en mas cuentos aparece. ¿Quién no ha escuchado alguna vez ese cuento en el que al amanecer la carroza se convirtió en calabaza, ese otro de una calabaza que quería ser sandía, el de la calabaza gigante o el cuento popular portugués ‘Corre, corre calabaza’?
La calabaza es un alimento propio de está época del año. No es que sea el otoño la estación donde “nos dan más calabazas”, pero sí es ésta la época en la que estos vegetales ya han madurado. A lo largo de los meses de verano han recogido toda la energía del sol, y ahora brillan en las huertas, como soles de color naranja o amarillo. En su interior han acumulado la luz solar y ahora nos dan su calor y su color.
¿Quieres saber de dónde vienen?
Cuenta una leyenda que cuando los días se hacían mas cortos y las noches más largas en muchos pueblos se encendían velas en el interior de las calabazas, especialmente en la noche de las almas, arimen gaua o gau beltza en euskera. Las antiguas tribus celtas despedían por esas fechas a Lugh, el dios del Sol. A esta celebración la bautizaron con el nombre de ‘Samhein o Samaín’.
Al parecer, la planta calabacera, pariente botánica del melón, el calabacín, la sandía y el pepino, tuvo su origen en la zona entre Guatemala y México.
Haceunos diez mil años ya se consumían variedades silvestres que tenían poca pulpa y sabor amargo, pero poco a poco se fueron seleccionando las semillas hasta conseguir un alimento dulce y aromático. Se convirtió en un alimento tan esencial que algunos pueblos enterraban a sus muertos con calabazas, acaso para que tuviesen comida y protección para el más allá.
Y como de un cuento se tratará, hace mas de cinco siglos los barcos trajeron las primeras calabazas de América a Europa. Según otras fuentes se cultivó inicialmente en la India. Y posteriormente se cultivó por los egipcios y los hebreos. En Europa fueron introducidos por los romanos que eran muy aficionados a este alimento.
Diferentes tamaños y colores
La calabaza pertenece a la familia de las cucurbitáceas. No, no es un nombre imaginario.Existen multitud de variedades de diferentes tamaños, formas y colores: del amarillo al naranja, pasando por el rojo, el verde, el azul y el gris. La mayoría pesa de dos a ocho kilos, pero se han encontrado ejemplares que sobrepasan los 35. Incluso en algún lugar se encontró una calabaza de 600 kg. Sí. Esto no es un cuento.
La calabaza está llena de agua. Precisamente tiene más agua en la parte baja, cerca de los elfos y los gnomos, donde toca la tierra, mucho más que arriba, y es que el agua siempre se encuentra en las zonas más bajas. El agua le da vitalidad. Pero si algo caracteriza a la calabaza es que es expansiva. El impulso de la masa predomina a la forma. No tenemos que olvidar, que además de calorías, comemos la forma y la masa. En algunos frutos predomina la masa, como en las crucíferas, y en otros predomina la forma, como los frutos secos. Éstos son los dos extremos.
Llena de color
Otra de sus características mas llamativas es el color. Comemos forma, masa… y color. Los carotenos, los polifenoles, las antocianinas, los flavonoides, los taninos… aportan color, y el naranja de la calabaza está lleno de vitaminas y antioxidantes. La calabaza es muy rica en antioxidantes, especialmente en carotenoides o carotenos, y dentro de este grupo, en betacarotenos, que le dan ese color naranja intenso que en el organismo se transforma en vitamina A. Además contiene licopeno, un pigmento especialmente antioxidante, y si eso fuera poco contiene calcio, potasio, magnesio y algo de hierro. Mas vale que por dentro está vacía…
Un secreto en su interior
Si. Aunque muchas veces estén vacías, las calabazas guardan un secreto en su interior: pipas llenas de minerales, especialmente de magnesio y zinc, potentes antioxidantes, así como de vitaminas y otros antioxidantes. De color verde oliva, estas semillas son proteínas vegetales que podemos echar en las ensaladas, los purés o los postres, o comerlas simplemente solas.
Y no nos podemos olvidar de sus flores. La flor es verdaderamente la parte más solar de la planta y los frutos de la calabaza incentivan el sistema metabólicomotor. Por eso podemos echar los pétalos en las ensaladas o en los purés, junto con las semillas. Rudolf Steiner la recomendaba, a principios del siglo pasado, para prevenir el raquitismo en los niños.
Antes de ir a dormir y leer un cuento, los purés de calabaza, en el otoño y el invierno, nos darán todo el calor que necesita nuestro cuerpo.
Podríamos decir que la calabaza de este cuento nos alimenta tanto como su tamaño. Es digestiva, está deliciosa, y contiene un sin fin de nutrientes que nos aportan energía. Y ahora que llegamos al final, decir que con su dulce pulpa podemos hacer algún dulce de vez en cuando. Quizás venga algún hada o algún duende a probarlo.
Hala bazan edo ez bazan sar dadila kalabazan eta atera dadila zure herriko plazan!
¡Qué aproveche! On egin!
2 respuestas
Una alegría y una gran satisfacción de ver lo bien y lo mucho que trabajáis para mejorar la salud de todos. Enhorabuena!! 0
Muchísimas gracias Asunción. Nos encanta poder compartir nuestros contenidos con vosotros. Salud-os!