Como bien sabéis los que ya habéis pasado por Zuhaizpe, un pilar importante del programa de salud que aquí realizamos tiene que ver con el recorrido por la “encrucijada emocional”.
En mi trabajo de acompañamiento como psicóloga, en algún momento de la semana planteo ciertas dinámicas cuyo objetivo es ponernos en contacto con las cuatro emociones básicas (miedo, tristeza, rabia y alegría) para ir limpiando y saneando nuestras partes estancadas. Sólo situándonos en un terreno distinto y observándonos desde una nueva perspectiva, lo pendiente se libera, busca un mejor lugar y nos deja disponibles para un siguiente paso en nuestra vida.
¿Quién eres tú habitado/a por cada una de las cuatro emociones? ¿Qué dice tu cuerpo, tu respiración, tu latir? ¿Quién soy yo cuando te acompaño a transitar por esa encrucijada?
En las últimas semanas, he planteado ese reto nuevamente y, por sorpresa, en una de las dinámicas, me tomó la seriedad. Había una persona que, lejos de explorar lo que a ella le sucedía, lo que hacía era jugar; jugaba con ella misma, conmigo, con la propia dinámica… Hasta que mi seriedad habló y puso límites: “No voy a seguirte el juego de no querer enterarte de quién eres, de qué sientes… No voy a secundarte para que te mantengas en el rol del niño que no quiere crecer”.
Para ese juego no estoy disponible porque, en lo más profundo de mí, me importa el ser humano que veo en ti; me importas tú más allá de tu máscara, de tu personaje, de tus mecanismos de defensa, de tu ego… Veo tu dolor, veo cómo sufres cuando te resistes a hacerte consciente y responsable de él. Porque en algún lugar común, tu dolor también es mi dolor. Es el dolor de todos.
Si tú no te haces cargo de lo que sientes, de lo que aún duele dentro, si no le das espacio, si no lo respiras, lo vives, lo observas, lo abrazas… dedicarás gran parte de tu energía inconsciente a edificar un muro, una barrera divisoria que te impedirá contactar con una parte que también eres. Probablemente, después de eso, aparecerá la enfermedad, pues la vida no podrá tener acceso a esa zona de ti que se quedó congelada, bloqueada, acorazada, ausente… para no sentir. Luego, colocarás fuera de ti la causa de tu sufrimiento y la necesidad de buscar alivio.
Me gusta mucho la frase que dice Karmelo: “La salud no se compra en una botica (farmacia); es una conquista”. Y otra, que resume a la perfección lo que he intentado explicar en el párrafo anterior: “Hay que currarse para curarse”; trabajarse. Limpiar nuestras trampas y distorsiones.
Tu dolor me importa. Me importa lo que dice de ti, de tu vida, de lo no resuelto. Pero por mucho que a mi me importe, nada cambia si tú no quieres, si no eliges, decides, te comprometes contigo mismo/a a hacerte cargo de lo tuyo, de tu propio proceso.
Yo me comprometo a acompañarte. Cuentas conmigo al cien por cien. Estoy para ti todo el tiempo que los dos pactemos. Compartiré contigo lo que sé desde mi experiencia, desde mi trayectoria y conocimientos profesionales y desde mi propio recorrido vital. Tal vez pueda servirte de ayuda. Pero después, te tocará seguir a ti. Porque, ¿sabes? Se trata de tu vida, de cómo quieres vivirla. Y lo que es más importante; ¿desde dónde quieres vivirla? ¿desde dónde quieres “vivir-te”?
"La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes” (John Lennon).
Por eso te invito a que abras bien los ojos y te digas: “Despierta, despierta… No te quedes dormido/a, narcotizado/a por la tele, las series, las redes, lo virtual… No te afilies al gremio de los que son enterrados a partir de los 80 pero que llevan sobreviviendo y sin vivir desde los 40”. Te invito a que no sigas proyectándote en nadie o colocando fuera de ti lo que tiene que ver sólo contigo.
¿Exigente? Sí. Claro que hay exigencia en mí. Aunque, desde luego, mucha menos de la que había tiempo atrás ya que, con los años, voy avanzando hacia un trato más compasivo para conmigo misma, en primer lugar y, por ende, para con los demás. En esta profesión, resulta algo complejo encontrar el justo equilibrio entre ayudar a la persona a que las excusas no la cieguen ni la dejen sorda de puertas para dentro y, a la vez, respetar sus ritmos y su derecho a no querer entrar (mejor si es un “no querer” consciente); o al de tan sólo asomar la cabeza, o al de echar a correr, sin muchos miramientos, para irse y volver, irse y volver… Tantas veces como necesite, hasta que un día decida “querer quedarse” (o no).
Todavía hay semanas en la que alguna persona se acerca a mí y me dice que le doy miedo. Cuando le pregunto qué es lo que ve en mí que le provoca esa emoción, se me devuelve que es mi claridad, mi fuerza, mi dureza, mi determinación, mi capacidad de ver más allá de lo aparente… Aún hoy, según con qué intención me lo digan, desde dónde me llegue o, simplemente, cómo me pille, me sigue “moviendo”.
Y también, aún hoy, continúo aprendiendo a mostrarme con mis luces y mis sombras, arriesgándome a que me quieran o no me quieran con todas ellas.
Somos co-creadores de nuestra vida, de nuestras experiencias… Lo que vemos fuera está dentro y viceversa. Desde dónde y hacia dónde queramos enfocar nuestra mirada nos acercará o nos alejará de la salud.
Y como dice la carta de las cualidades humanas de esta semana (paciencia):
“Al que sabe esperar el tiempo le abre las puertas”.
Un abrazo y hasta el próximo post!
Amalia Castro
Directora de Zuhaizpe
6 respuestas
Sí Amalia, ¡cómo decirlo! Yo necesité de tu fuerza, claridad, dureza a veces, seriedad, de esa convicción tuya para hacerme ver que si yo quería podía hacer frente a todo lo que gracias a Zuhaizpe puede ver dentro de mí, que por muy duro o difícil que fuera el camino desde el sobrevivir al VIVIR, tú sí estarías a mi lado (y siempre estuviste) si yo realmente quería. Es verdad que entonces te veía como una persona muy seria, dura a veces….pero también es cierto que esa seriedad que transmitías es la que me daba seguridad para confiar en todo lo que ibas proponiendo, te veía como la única persona que se ATREVÍA a tomar EN SERIO (yo no tenía valor) lo que iba sintiendo y viendo en mí. Hoy estoy disfrutando la cosecha que recogí de aquellos, a veces SERIOS, DUROS DIFICILES encuentros contigo. Hoy puedo reirme junto a ti. Eternamente agradecida. Axun
Muchas gracias a ti, Axun. Un gusto leerte y seguir compartiendo, «Viviendo» contigo. Ahora toca transitar por la alegría 😉 Recibe un fuerte abrazo!
Me gusta mucho tu articulo
Gracias Txaro. Si te ha gustado, te recomendamos otro post de Amalia que, si no has leído todavía, seguro que te encantará:
https://zuhaizpe.com/los-vientos-de-yerri/
Que lo disfrutes 🙂
Me gusta Zuhaizpe
¡Muchísimas gracias Txaro!