Abrir una granada es como encontrar un tesoro de piedras preciosas o gemas. Redonda como una bola, en su interior contiene pequeños rubíes de color intenso. También pudieran parecer dulces caramelos. Lo que si es cierto es que sus granos conforman un entramado perfecto, una esfera mágica, donde cada pequeña parte conforma el todo, como una obra de la creación, inconmensurable e inefable.
Se trata de una de las primeras frutas del otoño y su temporada se caracteriza por su brevedad, que se inicia en septiembre y culmina en noviembre. Por eso la hemos elegido como alimento de este mes, un mes de lluvia y frio, que nos invita a estar en casa y comer esta fruta, tan llena de antioxidantes, minerales y vitaminas, para hacer frente al invierno, como de leyendas y secretos.
Cuenta una de esas leyendas que fue la propia diosa del amor y el deseo quien plantó el primer árbol de granada. Algunas de esas leyendas dicen que brotó de su propia sangre. Afrodita debió crear desde su interior esta fruta tan sugerente y sensual, con propiedades saludables, que desde tiempos inmemorables se ha considerado símbolo del amor y la pasión.
Perséfone y Hades
Tal es así que según los antiguos griegos, el dios del inframundo atrajo y sedujo con esta fruta a Perséfone. Hades puso en su mano un grano de granada, y le obligó a comerlo, y la diosa de la primavera, guardiana de los secretos muertos, tras saborear esta fruta entre dulce, amarga y ácida, cayó en sus brazos y tuvo que pasar un tercio de su vida entre tinieblas.
Pero mitos y leyendas aparte, esta fruta es considerada un talismán de buena suerte. Los griegos todavía a día de hoy rompen una granada en la puerta de casa en los últimos días de diciembre para que el año que está a punto de nacer sea fructífero, es decir, de buenos frutos.
En China tienen la costumbre de ofrecerla a los recién casados como auspicio de una descendencia numerosa. Y para los musulmanes el granado es el árbol del Paraíso. En los Jardines de Babilonia era uno de los frutos preferidos de los guerreros para ser invencibles en la batalla.
De Persia a Granada
Originaria de Persia, la granada fue transportada en todas las direcciones, hacia el este y el oeste, por las caravanas, en sus rutas comerciales, desde el corazón de la civilización hasta el Himalaya, Japón y África. Con el tiempo fue cultivada en los países mediterráneos. En Egipto, en las tumbas de los faraones se han encontrado restos de esta fruta divina que los egipcios utilizaban como comida, como medicina, para curtir el cuero, o para elaborar un jugo de propiedades especiales.
La Biblia también hace numerosas referencias a esta fruta, en algunas haciendo alusión a su cáliz en forma de corona, y en otras señalando que, junto a los higos y las uvas, era característica de Palestina.
Conocida por la humanidad desde hace miles de años, persas, chinos, egipcios, griegos y romanos han atribuido a la granada propiedades mágicas. Las antiguas civilizaciones la han venerado igual que los filósofos, médicos y poetas: Homero la incluyó en su Odisea; Hipócrates recomendaba su jugo para la fiebre; y Plinio el Viejo la menciona en su Naturales historia: “En África, en los alrededores de Cartago, existe la manzana púnica que algunos llaman granatum”.
Al parecer, en la fortaleza de esta bella ciudad del sur crecía un granado que dio nombre a la capital del reino andalusí, y es que fueron los árabes quienes extendieron su cultivo por toda Al-Andalus. Granatum deriva del latín granatus que significa ‘con abundantes granos’.
Una baya gigante
Los romanos conocieron la granada gracias a los fenicios, de ahí su nombre científico de Punica, de punicum, que alude a los fenicios.
Y es que la granada es el fruto del granado, púnica granatum, árbol de la familia de las punicáceas de unos tres a seis metros de altura, de corteza rojiza y hojas lanceoladas, y con flores grandes y rojas. Es un árbol que florece en mayo y junio, y es en otoño cuando su fruto está presto para comer. Una baya gigante, de piel brillante y gruesa, textura semejante al cuero, y color carmesí, entre escarlata y dorada, con tonalidades amarillas, verdes y rojas. En su interior alberga miles de semillas envueltas en una pulpa roja, prismática, que al morder estalla en la boca.
Se dice que la granada es uno de los frutos que mas semillas contiene, alrededor de 613, un número sagrado para los judíos que representa los preceptos o mandamientos de la Torá.
Tesoro para la salud
Lo que si es cierto es que es un verdadero tesoro para nuestra salud, una fruta llena de vitaminas, minerales y antioxidantes. El consumo de la granada, entre otras frutas y verduras, contribuye a reducir el riesgo de enfermedades degenerativas y cardiovasculares.
La granada tiene mucho ácido pantoténico, bastante ácido fólico (29 mcg) y vitamina B6 y B1. Además tiene bastante potasio (275 mg), flavonoides y taninos antioxidantes.
Así que este mes podemos comer una granada al día, bien grano a grano, con ese sabor único, entre ácido y áspero, en macedonia, mezclada con otras frutas, o en una ensalada llena de color. Otra opción es exprimirla como si fuera una naranja y hacer un zumo como lo hacen en algunos países donde se vende en puestos callejeros. También podemos mezclarla con zumo de naranja, y otra opción es tomarla con yogur, de postre, o incluso con helado de vez en cuando. La granadina no es tan aconsejable, ya que lleva azúcar, pero si podemos utilizar la cáscara de la granada para hacer infusiones.
Inspiración para poetas
Hay tantas variedades como semillas tiene, dependiendo del tamaño, del color de la corteza o de las características de la pulpa, desde la bedana, de pulpa dulce y color casi blanco, la kandhari, más grande, con pulpa de color rosa oscuro, la alandi, con semillas muy duras, la dholka, la kabul, que es más amarga, o la pune, la rubí o la wonderfull. Encontramos también numerosos nombres vernáculos para esta fruta: albar, balustia, manglano, mollar…
De lo que no hay duda es de que es una fruta que ha fascinado a los poetas. Más allá de las referencias mitológicas, que son muchas, la granada ha sido inspiración para poetas de todas las épocas y lugares. Los poetas persas escribieron que cuando una moza es bella “sus mejillas son como la flor del granado, y sus labios jarabe de granadas”. Federico García Lorca también le dedicó un hermoso poema:
«Es la granada olorosa
un cielo cristalizado.
Cada grano es una estrella,
cada velo es un ocaso.
La granada es como un seno
cuyo pezón se hizo estrella
para iluminar el campo.«
Podemos aprovechar este mes para comer granadas y leer poesía. ¿Te apetece?
Un comentario
Que linda la historia que hay detrás de la rica granada!Yo de pequeña en Argentina la consumía con mi familia de los propios árboles o de algún vecino,no era costumbre comprarla.Ahora que la vida me trajo hace años a Barcelona, siempre que es la época la compramos en el mercado.Gracias por enseñarnos tantas cosas buenas para nuestro cuerpo!Ni bien pueda me gustaría ir a Zuhaizpe.🙏❤️